Es la persona que bajo los efectos del muran, que es la mezcla del kumi con otras plantas, es impulsada a hacer el mal, es decir, a cometer un crimen.
El origen de hacer el mal se comenzó hace en tiempos de nuestro abuelos donde una sola persona no cumplió con las condiciones dadas y sin cumplirlas todas, salió a cazar los animales, resulta que el llamado KUMI (pequeña planta que sirve para ser buenos cazadores) la que aplicaba el Pemon y como no es tratado con las condiciones y en el tiempo establecidas, se revertían de manera negativa ya que cambiaba a las personas en kanaimo. Así se convirtió el KUMI para cazar a las personas. Según las informaciones suministradas por las personas que utilizan este KUMI, sirve para caminar tan rápido y veloz a otro lugar en unos minutos sin que nadie se dé cuenta y mas allá, permite esconderse en una pequeña oscuridad, en cualquier rinconcito.
A kanaimo lo podemos considerar el coco de los Pemon, el enemigo número uno y el causante de todas las muertes por sistema. Pero contrariamente los que piensan los civilizados, kanaimo no es ningún espíritu del mal ni demonios; simplemente es un hombre de carne y hueso desalmado, enemigo de todos y, por tanto, voluntariamente segregado de los demás.
Camina siempre en la oscuridad y tiempo desapacibles. Espera a su presa oculto en sendas solitarias y muchas veces en los actuales momentos está cerca o en el patio de la casa, en la orilla de los conucos, las hace caer mediantes un lazo cuidadosamente preparado, les da un toletazos en la nuca y luego les somete a mil torturas inhumanas. Su voz típica de ataque es wo wi, que todo pemon se teme y casi queda paralizado al oírlo.
Se les atribuyen fuerzas extraordinarias, incluso a distancias, nunca remata en el acto, luego se va a casa del atacado, y cuando este fallece, a kanaimo le entra un paroxismo de locura y huye a los barrancos, saltos a danzar macabramente con otros animales que acuden a acompañarles en su danza macabra y enloquecida, la cual en este último se le conoce como woinurupo.